Con la reciente abdicación del Rey Juan Carlos I y la próxima proclamación de Felipe VI como nuevo Rey de España, queremos dedicar nuestro post a las joyas de la Corona española, si es que en realidad podemos hablar de ellas ...
Desde la Guerra de la Independencia, no hay joyas de la Corona en sentido estricto, es decir, joyas que provengan de la misma. Las joyas de la Corona de España fueron las joyas vinculadas a la institución de la Corona de España por Carlos II de España en sus disposiciones para la sucesión. Debido al incendio del Alcázar Real de Madrid, a la Guerra de la Independencia y al devenir histórico de la España del siglo XIX, muchas joyas están dispersas o definitivamente se han perdido.
Todas las joyas que hoy poseen los Reyes son exclusivamente bienes privados. No hay tampoco joyas previstas para la coronación porque en España no hay tal, sino proclamación. Únicamente perduran en palacio una corona y un cetro -en realidad se trata de un bastón de mando- que ha presidido las juras en las Cortes, desde Isabel II hasta Don Juan Carlos.
Parte de estas joyas provienen de la Reina Victoria Eugenia. Son las llamadas «joyas de pasar». La historia de estas piezas comienza con la venida a España de la propia Victoria Eugenia.
Su llegada a la corte madrileña supuso todo un cambio en las costumbres y tradiciones palatinas. El gusto de la Reina Victoria Eugenia por las joyas era proverbial. Fueron innumerables las adquisiciones efectuadas a lo largo del reinado, hasta 1931, posibilitando a la soberana disponer de un guardajoyas soberbio. Victoria Eugenia compró joyas directamente en establecimientos, tanto españoles –Ansorena, Mellerio, Sanz, Presmanes (Santander), Munoa (San Sebastián)– como extranjeros, de entre los que destacaron los parisinos Cartier, Chaumet, Van Cleef, Bulgari, etc
La soberana falleció en Suiza el 15 de abril de 1969. Había realizado testamento ológrafo (redactado y firmado por el propio testador) en Lausana el 29 de junio de 1963, al que acompañaban dos especies de codicilos (anexos posteriores al testamento), en uno de los cuáles hacía referencia expresa a sus joyas
«Las alhajas que recibí en usufructo del Rey Don Alfonso XIII y de la Infanta Isabel, que son:
–Una diadema de brillantes con tres flores de lis.
–El collar de chatones más grande.
–El collar con 37 perlas grandes.
–Un broche de brillantes del cual cuelga una perla en forma de pera llamada «La Peregrina».
–Un par de pendientes con un brillante grueso y brillantes alrededor.
–Dos pulseras iguales de brillantes.
–Cuatro hilos de perlas grandes.
–Un broche con perla grande gris pálido, rodeada de brillantes, y del cual cuelga una perla en forma de pera.
Desearía, si es posible, se adjudicasen a mi hijo Don Juan, rogando a éste que las transmita a mi nieto Don Juan Carlos. El resto de mis alhajas que se repartan entre mis dos hijas».
El codicilo testamentario de Victoria Eugenia sitúa en primer plano las ocho piezas descritas al vincular su propiedad, ya por tres generaciones a la Casa Real. Don Juan de Borbón recibió aquellas joyas que, tras la renuncia a sus derechos históricos, pasaron a Don Juan Carlos y que hemos podido ver en numerosas ocasiones lucir a Doña Sofía. Parece lógico que estas ocho joyas pasen a propiedad de Don Felipe cuando sea Rey y que Doña Letizia pueda lucirlas cuando sea Reina.